Ebrio, mató a su hijo: Le aplicaron prisión perpetua
El martes último, la Cámara Primera del Crimen de los
Tribunales de la ciudad de Río Cuarto, junto con los jurados populares, votaron
por unanimidad la pena máxima que le cabe a Emilio Rubén Peralta, de 60 años.
Según se ventiló en el juicio, Peralta padece de alcoholismo
desde hace años. El día en que mató a su hijo Javier, de 30 años, estaba tan
borracho que acabó por asesinarlo en la misma casa que compartían.
Tomó una cuchilla de carnicería y le aplicó una herida
mortal, de acuerdo con lo que quedó asentado en el expediente judicial.
El único testigo presencial del hecho relató que Emilio
había llegado a su casa esa madrugada ebrio, pero de buen ánimo. Hasta cantó
junto con su hijo.
Luego, se generó una discusión entre ambos que culminó con
un ataque inesperado y mortal.
Personal de emergencia que concurrió al lugar constató que
el hombre herido se encontraba sin signos vitales, en tanto que el agresor
estaba en avanzado estado de ebriedad.
El padre fue imputado por homicidio agravado por el vínculo.
Desde entonces, permanece preso en la cárcel de Río Cuarto.
Durante el juicio, su abogado defensor planteó que el
acusado actuó bajo "emoción violenta" y que su estado de ebriedad debía
considerarse un atenuante respecto de la pena que el Código Penal establece para un filicidio.
Para el tribunal, no correspondía ningún atenuante.
"La peor condena es la que le dio la vida. Por más que le
den perpetua, eso no será nada comparado con la tragedia que Peralta vive todos
los días, por no tener a su hijo", dijo, tras conocerse la sentencia, el
defensor, Federico Guerrieri, según Puntal.
En la instrucción de la causa, el ahora condenado había
asegurado que no recordaba nada del momento en que se habría generado la pelea
fatal, y hasta dijo que descreía de que él pudo haberlo matado, ya que nunca
había peleado con su hijo.
Ambos vivían en una humilde casa de esa localidad, y trabajaban haciendo changas.